Hoy quería escribir un poema
de esos que duelen
que hablan de estar jodido,
del beso helado de tu ausencia
y de pájaros con las alas rotas
que no tienen prisa por volver a volar.
De esos que se leen con la voz cascada de Escandar,
moviendo la mano como Carlos Salem,
o con el toque canalla de Ernesto
hablando de Lauras perdidas.
Un poema largo,
de esos de casi 3 minutos
en Youtube.
Un poema que diga que soy un mentiroso,
que ya sabes que toda la poesía es mentira
y que Pessoa sí tenía razón por ello.
Que no.
Que el amor no duele
tanto como dicen
y si duele, no es amor.
Es otra cosa.
Este es un poema que habla de ti,
de tus bragas,
de aquella etiqueta que tu y yo sabemos
y de las 69 maneras que conozco
de decirte que te quiero.
Voy a leértelo despacio,
mirándote a los ojos
mientras recordamos
la primera cena en mi casa
y comemos un long chicken
con dos de ketchup.
Coger tu mano,
partir una sonrisa a medias
y apurar las patatas fritas
para subir corriendo a casa
y verte tumbada en la cama.
Desnuda.
Que me pidas que te lea otro
y yo derrame mil besos sobre ti.
Y mandar a la mierda al vecino
si protesta
porque no entiende de poesía
o porque le molesta la lluvia
de tu risa.
Decirle
que un sólo día sin besarte
es tan absurdo
como buscar el arcoíris
en una foto en blanco y negro.
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