martes, 30 de abril de 2019

El lenguaje del amor

Me gusta morder tu verbo,
acariciar tu sustantivo
y te cubriría de adjetivos vacíos
que no dirían mucho más de ti
de lo tu que nombre propio dice,
esas cinco letras
que definen el tiempo
de una oración cumplida.

Siento la calidez de tu predicado
al posarse sobre mi pronombre,
sujeto absurdo e indeterminado
hasta que enuncias tu presente,
olvidas mi pasado
y miramos juntos al futuro.

lunes, 22 de abril de 2019

No llueve eternamente

Aquella noche no me despedí de ti.
No te dije «hasta mañana»,
como siempre hacía
ni te di un beso de buenas noches.

Aquella noche salí,
quizá bebí demasiado
y llegué llorando a casa
mientras en la radio sonaba una canción
demasiado antigua.

Llovía.

A la mañana siguiente
ya te habías ido,
no me pude despedir.
Nunca quise hacerlo.

Hoy te extraño mucho,
no me importa no haberme despedido.
Me fui enfadado porque no quería
asumir esa derrota.
No podía hacerlo.

Hoy vuelvo a llorar
porque te echo de menos,
porque siento tus labios en mi mejilla
y tu voz es eterna.

Está lloviendo.

martes, 16 de abril de 2019

La muerte se ha olvidado de nosotros

La muerte se ha olvidado de nosotros y en este entorno aséptico de silenciosas paredes los únicos que parecen estar vivos son esa enfermera un poco entrada en carnes que rebosa amabilidad y el maldito reloj que con su eterno tic-tac nos acompaña permanentemente.

El café ya humea en el comedor junto a las galletas, pero Antonio hoy no ha bajado a desayunar. Miro inquisitivo a la enfermera y leo la respuesta en sus ojos tristes. Parece que por fin alguien se ha acordado de él.

miércoles, 3 de abril de 2019

Los besos que no se dan

Los besos que no se dan
acaban tirados
en calles solitarias
por las que hasta los gatos
se olvidan de pasar.

Los besos que no se dan se mueren
olvidados en el fondo de un cajón,
ataúdes blancos que se abren a mi paso
cuando a la memoria le da por recordar.

Me muestran su interior vacío,
rojo satén de unos labios
que nunca llegaron a tocarlos.

Los besos que no se dan son pájaros
con las alas cortadas,
ilusiones de una mariposa
que quiso salir de su cárcel de seda,
muriendo antes de nacer.

Los besos que no se dan
queman los labios,
agrietan los versos
de aquellos que se aman sin saberlo.

Y gritan en silencio
una y mil veces
muriendo dentro de quién los lleva.

Los besos que no se dan
son estrellas rotas
de una noche de verano,
miradas ciegas
de invidente complicidad
incapaces de ver los cristales
en el agua
del que bebe en un desierto.

Una copa de vino vacía,
palabras pronunciadas en la noche
cuando todos duermen,
la brisa del mar jugando sobre el rostro
de quien ya no siente nada.

Una lágrima escondida detrás de una tormenta.

Así son los besos que no se dan.