lunes, 22 de abril de 2019

No llueve eternamente

Aquella noche no me despedí de ti.
No te dije «hasta mañana»,
como siempre hacía
ni te di un beso de buenas noches.

Aquella noche salí,
quizá bebí demasiado
y llegué llorando a casa
mientras en la radio sonaba una canción
demasiado antigua.

Llovía.

A la mañana siguiente
ya te habías ido,
no me pude despedir.
Nunca quise hacerlo.

Hoy te extraño mucho,
no me importa no haberme despedido.
Me fui enfadado porque no quería
asumir esa derrota.
No podía hacerlo.

Hoy vuelvo a llorar
porque te echo de menos,
porque siento tus labios en mi mejilla
y tu voz es eterna.

Está lloviendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario