jueves, 21 de marzo de 2019

Caduco

Hoy te escribo desde el sur de mi corazón y aunque hace años que dejé
de fumar, compartiremos un cigarrillo que encienda mi alma y abrase tu
recuerdo de ceniza olvidada en un rincón.

Poeta soy de los labios perdidos, escribano de un nuevo mundo donde la esperanza tiene forma de verso y nombre sin palabras.

Amanece. Y como cada mañana, muero un poco más, pero al rato resucito y camino por paisajes olvidados que resultan nuevos para mí.

Pronto llegarán las hojas secas, amarillas y quebradizas como las horas del
ocaso y el papel volverá a llenarse de versos, besos de tinta vacía que en las
tardes de otoño me hacen caer desde la altura de los árboles hasta el recuerdo
de tus abrazos.

Volaré entre sus ramas como aquel pajarillo perdido que salió del nido y no sabía muy bien a dónde ir.

Y si enredo mis alas en el camino, no te preocupes. Tarde o temprano las heridas curan, la sonrisa vuelve y el verano calienta los corazones de los poetas helados.

Y tal vez sea la punta de ese cigarrillo la que prenda fuego a todo, para que todo vuelva a empezar.

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