lunes, 29 de julio de 2019

Vuelo VC1305

Hay algo romántico
y extraño
en los aeropuertos vacíos.

Esa amplia soledad nocturna
de las salas iluminadas,
el frío metal de los asientos.

Y el silencio

tras las grandes cristaleras
que dejan ver a lo lejos
la vida de la ciudad.

Hay algo romántico
y extraño
en ese sentimiento de abandono
en un mundo deshabitado.

La nada.

Ahora el silencio lo envuelve todo,
mientras resuena el eco
de mis propios pasos
en el vacío.

Las luces intermitentes
parecen robots
que se mueven
pero no están vivas.

Pienso que quizá
es un mundo distópico
donde sólo quedan gigantes de metal
que descansan bajo las mismas estrellas
que tantas veces parecen alcanzar.

La cafetería ha cerrado
hace rato
y sólo un periódico
sobre la mesa
parece resistir al olvido.

Hay algo romántico
y extraño
en esa despedida,
en la mano cansada
que sujeta la maleta,
en la sonrisa gastada
que languidece como un recuerdo.

Y se aleja lentamente.

Tal vez una derrota
que pesa más
que el propio equipaje.
Un adiós para siempre.
Una aventura que empieza
o una que termina.

La luz artificial llena
la sala de fumadores
vacía.

Vacío.

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